El fenómeno de El Niño que se consolidó en abril de este año, que entró en su fase fuerte a finales de septiembre y que se extenderá posiblemente hasta mediados de 2016, tiene preocupado al sector agropecuario del país: la ganadería, avicultura, cultivadores de maíz, entre otros, muestran pérdidas importantes en la producción y se encuentran prácticamente en jaque.
De El Niño se comenzó a hablar desde finales del año pasado cuando el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (Ideam) y el Ministerio de Medio Ambiente hicieron alertas preventivas diciendo que probablemente se avecinaba un fenómeno débil para comienzos de 2015.
Según Cristian Uzcátegui, jefe del servicio de pronósticos y alertas del Ideam, “El Niño se señaló de manera inicial como un fenómeno débil; posteriormente, se advirtió que iba a tener una intensidad moderada, que luego, por diferentes circunstancias, se transformó en fuerte. En esos mismos términos es probable que esté presente hasta comienzos del segundo trimestre del próximo año, aunque advertimos que la intensidad del fenómeno no se extenderá hasta junio, pero los efectos sí lo harán”.
El peor fenómeno de El Niño que sufrió Colombia fue el de 1997 y tuvo un impacto económico de 0,55% en el PIB del país, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Uzcátegui afirmó que este Niño se encuentra entre “los cuatro peores de la historia” y que de los últimos cuatro años, 2015 ha sido “en el que menos ha llovido”.
Los diferentes sectores agropecuarios de la Región Caribe ya están sufriendo los estragos de un fenómeno agreste y lo peor aún está por venir. Según el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Gabriel Vallejo López, “los meses más críticos van a ser diciembre, enero y febrero”.
Vallejo mencionó que el fenómeno ha provocado “niveles de desabastecimiento altos y dificultad hídrica en casi 300 municipios a lo largo y ancho del país”. Agregó que los niveles de los ríos “son los más bajos en la historia”, siendo el río Magdalena uno de los más afectados, lo cual repercute en “unas consecuencias fundamentales desde el punto de vista económico y agrícola”.
El ministro afirmó que al verse afectada la navegabilidad del río Magdalena “se genera un problema de seguridad alimentaria, debido a que mucha población vive de la pesca y se crea un desabastecimiento importante de agua en zonas agrícolas de Colombia”.
Con este panorama, el presente y futuro cercano del agro del Caribe parece estar amenazado: la producción en algunos sectores se está reduciendo considerablemente y los sobrecostos están aumentando a medida que El Niño incrementa su intensidad.
Ganaderos. El gremio más afectado sin duda es el ganadero. Según cifras que dio a conocer a EL HERALDO la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán), este sector ha perdido $616.581 millones por el fenómeno, en lo que va de año.
El sector tuvo pérdidas, entre 2009 y 2015, de $4,99 billones por las siguientes afectaciones climáticas: fenómeno de El Niño 2009-2010; fenómeno de La Niña 2010-2011; fenómeno de La Niña 2011-2012; sequía de 2014; y fenómeno de El Niño 2015.
En Atlántico, Magdalena, Cesar, La Guajira, Bolívar, Sucre y Córdoba hay más de 25 mil predios afectados, aproximadamente, y 2,2 millones de hectáreas. El número de animales muertos asciende a 34 mil y el número de animales desplazados, a 712 mil.
Cuatro de los cinco departamentos con más hectáreas afectadas por el verano en todo el país son de la Región Caribe. La Guajira encabeza la lista (864.846), seguido de Magdalena (472.035), Sucre (314.677) y Cesar (264.554).
Uno de los más grandes impactos del cambio climático en la ganadería se refleja en la disminución de su hato, ya sea por muerte de animales, desplazamientos y daños en su productividad y reproductividad. La federación estima que los daños del actual fenómeno de El Niño podrán notarse hasta 2018. Además, para la recuperación de los suelos y pastos utilizados para el alimento del ganado se necesitarán varios meses para su total restablecimiento.
Según un informe revelado por el Ministerio de Agricultura, donde se muestra el mapa del área total agrícola afectada por el fenómeno de El Niño, hay 87 mil hectáreas en el territorio nacional afectadas por incendios forestales y sequía, de las cuales 60% corresponden a zonas agrícolas, es decir, 52 mil hectáreas usadas para cultivos y ganadería.
Las cifras entregadas por Fedegán a este medio discrepan con las del Gobierno. Según la Federación, la ganadería, una de las actividades que más dinero genera en el sector agropecuario del país, tuvo 2,3 millones de hectáreas afectadas directamente por el fenómeno, en todo el territorio nacional.
Sin embargo, el Ministerio de Agricultura tiene un programa para contrarrestar los efectos negativos en este sector, el cual busca “garantizar 70 mil toneladas de alimento bovino, que beneficiarán a 65 mil pequeños y medianos productores de ganado”, según expresó en un comunicado de prensa.
El ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, informó que “a través de la siembra de maíz y sorgo para la producción de ensilaje, se logrará un volumen de 25 mil toneladas de comida para estos animales”.
José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán, cree que esta medida es “magnífica para el corto plazo, ya que la única alternativa que hay es generar más comida como suplemento alimenticio para el ganado”, pero afirma que faltan “instrumentos de política” para el mediano y largo plazo, debido a que esta medida del Gobierno no es suficiente para hacerle frente a la disminución del hato y a las hectáreas afectadas que hay hasta el momento.
Lafaurie indica que el gremio ha propuesto soluciones para menguar los efectos del fenómeno como “empezar una política de agua subterránea mucho más activa, en donde se comiencen a explorar pozos y tener sistemas eficientes de riego; más y mejores líneas de créditos para poder sembrar pasturas”, entre otros aspectos.
Maíz. En una zona que ha sido golpeada por el conflicto armado, en el sector de Bajo del Oso, en la subregión de los Montes de María, los agricultores se enfrentan a su peor enemigo: la sequía.
Miguel Anaya, agricultor de la región, relata que hizo tres intentos de cultivo en una de las hectáreas más fértiles de su tierra, pero que por el fuerte verano “no pegó nada”.
A sus 54 años, Anaya sabe lo que es enfrentarse a fuertes temporadas de sequía. Las vividas a finales de los 90 y la de hace cinco años lo habían puesto en aprietos, pero manifiesta que esta es la que más duro lo ha golpeado. “En solo cuatro meses he perdido más de $10 millones. Una deuda que he venido asumiendo solo, el Gobierno promete ayudas pero no llegan por estas tierras”, expresó el agricultor.
En la zona de Bajo del Oso los agricultores no cuentan con un sistema de riego, por lo que deben desarrollar su labor con el agua que cae del cielo y la que pueden almacenar en los pozos y yacimientos naturales. “Desde hace meses no cae agua suficiente para llenar los tanques, y los pozos están secos. En la misma hectárea he sembrado dos veces maíz y no pega nada. He perdido cultivos de yuca, ñame y plátano, y la guayaba que tanto se veía por estas tierras, hoy los palos están secos y sin hojas”, relató Anaya.
“Para sembrar maíz en una hectárea me gasto aproximadamente $950 mil: arando la tierra son unos $350 mil, sembrando $120 mil, comprando venenos y abonos son unos $200 mil y recolectando son otros $200 mil; y lo que sobra, en transporte y otros gastos”, explicó Miguel en su ardua lucha por sembrar en esta zona. “Esos son los gastos de una sola hectárea en donde se me ha muerto el cultivo. Solo la gracia de Dios podría ayudar a mejorar la situación”, concluyó.
La producción de maíz de la región Caribe representa el 20% de la generada en todo el país, lo que equivale a unas 300 mil toneladas al año. Así lo expresó el Gerente General de la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales (Fenalce), Henry Vanegas, quien también dijo que si El Niño se agudiza “afectará 30% de la producción de este año”.
“De esas 300 mil toneladas de maíz que produce la Región Caribe, tenemos proyectado que se afectarán, por la sequía y el fenómeno, unas 100 mil toneladas, lo que equivale a $80.000 millones aproximadamente”, afirmó el dirigente.
Esto es lo que tiene estimado el gremio para lo que sembraron en el segundo semestre del año, ya que la producción de maíz del primer semestre, a pesar del retraso en las lluvias, no se afectó.
Según Vanegas, la alternativa que encontraron para hacerle frente a la sequía fue sembrar maíz para ensilaje que sirve de forraje, es decir, alimento para ganado. Este ciclo productivo es más corto y requiere menos agua. “Estamos con un programa de ensilaje de maíz en Cesar y ensilaje de sorgo en Magdalena, Bolívar y Sucre”.
Y aunque para el futuro cercano se proyectan pérdidas, para los próximos tres años el sector planea crecer. “Se viene el programa de Colombia Siembra, y vamos en los próximos tres años a tener 310 mil hectáreas nuevas en maíz amarillo, 90 mil hectáreas en maíz blanco y 30 mil hectáreas para producir ensilaje”, afirmó Vanegas. Este programa tiene como objeto disminuir las importaciones e incentivar la producción agrícola nacional.
El cambio del consumo humano al de ganado, se hace para aprovechar el ciclo productivo del maíz.
La mitad de esas hectáreas estarán en los Llanos Orientales y el otro 50% estará repartido en “las zonas planas mecanizadas como la Región Caribe”.
Sector avícola. Todos los sectores agropecuarios, dependen mucho del agua y el sector avicultor no es la excepción. Los pollos y las gallinas requieren estar constantemente hidratados porque eso les ayuda a bajar la temperatura y asimilar mejor el alimento balanceado que se le suministra.
La producción de huevo en la Región caerá 5%.
Evidentemente una escasez de agua o una disminución en la calidad del líquido afecta la conversión en carne, para el caso del pollo, y la productividad, para el caso de gallina ponedora.
Andrés Valencia, presidente ejecutivo de la Federación Nacional de Avicultores de Colombia (Fenavi), afirmó que cuando hace mucho calor el efecto inmediato es que “las aves sufren un estrés calórico, se les bajan las defensas y son más propensas a enfermarse, lo que aumenta las tasas de mortalidad tanto de pollo, como de gallina”.
Según Valencia, por cada ciclo productivo de pollo de engorde (45 días) se pueden estar muriendo en el país por efecto del calor “alrededor de 700 mil a un millón de aves, adicionales a las que normalmente se mueren”.
El Caribe produce el 10% del pollo y el 10% del huevo de toda Colombia, es decir, 1.000 millones de huevos al año y 140.000 toneladas de carne de pollo, aproximadamente.
Valencia dijo que en la Región hay “1.5 millones de gallinas ponedoras” que producen “30 millones de huevos al mes”, en promedio, que equivalen $7.500 millones (con un huevo a $250).
Mensualmente el sector en la Costa está perdiendo, por culpa de El Niño, un 5% de la producción mensual, lo que significa que se está dejando de producir 1.5 millones de huevos. Según Valencia, esto genera pérdidas de $375 millones de pesos cada mes.
En cuanto a pollo de engorde se pierden $200 millones por cada ciclo productivo y Fenavi tiene proyectado que dentro de un año las pérdidas alcanzarán los “$3.500 millones”.
También hay que tener en cuenta los sobrecostos del sector. Uno de ellos es que, por la escasez de agua, algunos avicultores han tenido que abastecerse diariamente con carrotanques que cuestan $300 mil el día, unos $9 millones al mes en gastos adicionales. Estos carrotanques cubren la provisión de 60 mil animales, en promedio.
Hace 10 Años la avicultura en Colombia producía el 60% de lo que produce actualmente y es un sector que se ha duplicado en los últimos 15 años.
Según Valencia, el impacto de El Niño podría ser menor en el sector porque precisamente este no ha dejado de crecer: “Durante el primer semestre crecimos 6% y en el segundo llevamos acumulado un 5%”.
Las proyecciones del gremio son producir 1,4 millones toneladas (5% más que el año anterior) en carne de pollo y 12.000 millones de huevos, aproximadamente.
Algodón. La falta de lluvias en el primer semestre de 2015 retrasó las siembras de maíz afectando la temporada del algodón en el segundo semestre.
Según Martín Gutiérrez, director económico y de estadística de la Confederación Colombiana de Algodón (Conalgodón), este año solo se pudieron sembrar 12 mil hectáreas, que en comparación con las 20 mil sembradas en 2014, equivale a una reducción del 40%.
Gutiérrez afirma que de cumplirse las predicciones del Ideam para los meses de noviembre y diciembre, “la deficiencia hídrica afectará la floración y cargue de cápsulas, generando un impacto negativo en el rendimiento”.
Pese a que los daños son considerables, Conalgodón aún no los tiene cuantificados.
Producción láctea. Según la Asociación Colombiana de Procesadores de Leche (Asoleche), en los últimos cuatro años, el consumo de leche en Colombia ha venido aumentando, presentando un incremento del 29,8%.
Sin embargo, en materia productiva, de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), por cada litro de leche que se exporta, en el país se traen siete litros del exterior. En 2014, Colombia importó más de 15 mil toneladas y exportó 1.920. Hasta agosto de 2015, se importaron 12.066 toneladas y se exportaron 2.120.
Con la sequía en los pastizales, que sirven de alimento para las vacas productoras, el panorama para el gremio no es muy favorable. En la medida en que se afecten los pastos con el fenómeno natural, entran a encarecerse los costos de producción para los ganaderos, la alimentación dependerá de concentrados, los cuales serán importados. Este último sería un punto fundamental para encarecer los costos de producción, quienes tendrán repercusiones en el precio del consumidor final.
Palmicultores, con buen panorama. A diferencia del panorama recesivo que presenta la región, las cifras del sector productivo de palma son favorables.
Según manifestó el presidente de la Federación de Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma), Jens Mesa Dishington, en los últimos doce meses, la producción nacional de aceite de palma crudo alcanzó una cifra récord de 1,2 millones de toneladas, representando un crecimiento de 10% frente al cierre de 2014. Adicionalmente, Mesa señaló que de este total productivo, el 70% se vendió en el mercado local y 30% se destinó al mercado internacional.
El ejecutivo explicó que dadas las condiciones del área sembrada con palma de aceite en el país, alrededor de 500 mil hectáreas, se estima que la producción de aceite de palma crudo llegará a 2 millones de toneladas en el mediano plazo.
Qué dice la Sac. Rafael Mejía, presidente de la Sociedad de agricultores de Colombia (SAC), hace un llamado al buen manejo del recurso hídrico y para lograrlo es necesario del apoyo del Estado.
“Se vislumbra un fin de año todavía más fuerte en materia ambiental, acompañado de tres meses más. No es posible tener resultados favorables en la agricultura sin agua. Colombia es uno de los países del mundo con mayor riqueza hídrica, pero no sabemos manejar este recurso”, expresó Mejía.
“Cuando llueve dos semanas seguidas nos inundamos y cuando deja de llover ese mismo tiempo nos quedamos secos. No sabemos cuidar el agua y el Estado debe satisfacer las condiciones para mejorar, como sucede en muchas partes del mundo”, agregó.
Según Mejía, en lo corrido de 2015, Colombia ha importado más alimento de lo que ha exportado, provocando que la oferta alimentaria disminuya. “Entre enero y agosto de este año, las importaciones de alimentos por toneladas ha aumentado un 11.4% mientras que las exportaciones han disminuido en un 5.8%”.
El presidente dijo que esta disminución “es generada por la dificultad de producir, por lo que es necesaria una intervención de programas estatales para llegar a un mayor equilibrio”. Y agregó que el fenómeno de El Niño “ha golpeado en cultivos permanentes y en gran medida en el sector ganadero. Estamos a puertas de la fuerza del fenómeno y se nos debe preparar para afrontarlo”.
La importancia del agua
La huella hídrica se define como el volumen total de agua dulce utilizado en la producción de bienes y servicios generados por una empresa, o consumidos por un individuo. Todas las personas utilizamos una gran cantidad de agua para beber, cocinar y lavar. Sin embargo, utilizamos más agua en la producción de bienes. “El interés por la huella hídrica se origina en el reconocimiento de que los impactos humanos en los sistemas hídricos pueden estar relacionados, en última instancia, al consumo humano y que temas como la escasez o contaminación del agua pueden ser mejor entendidos y gestionados considerando la producción y cadenas de distribución en su totalidad”, explicó Arjen Y. Hoekstra, creador del concepto de la huella hídrica.